Carta a mí misma, ejercicio de introspección

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Artículo publicado por Carmen Prada

 

“Sí, me escribo o te escribo, según lo miremos, para recordarte varias cosas que quizá te vengan bien en el futuro.

Aunque también es cierto que las puedes compartir con cuantas personas desees, ya que puede que algunos de los recordatorios le vengan bien a muchas de ellas que ya conoces, o que no, o a esas que conocerás por el camino.

¡Cómo cambia la vida, y cómo lo has hecho tú!

Quiero recordarte tus orígenes, cómo te comportabas siendo niña e incluso adolescente. Todo lo que te regalaron tus padres y cómo no, ¡los palos que en la vida te has llevado!

¿Recuerdas que hablabas para el cuello de la camisa? ¡Sí, quién lo diría! Simplemente te lo quiero recordar porque creo que a estas alturas eres consciente del cambio tan importante que se produjo con respecto a esto en tu trayectoria personal y profesional. Tanto que las amistades no abundaban, que se dijese…, y creo que cada vez que leas ésta, tu carta, seguirás pensando lo mismo que ahora en tu presente. Esa empatía, la cercanía y personalidad que te definen, te han ayudado mucho a relacionarte con muchas personas, y algo aún más importante, a ser capaz de hacerlo de la forma más natural con personas de muy diferentes perfiles sociales, económicos, laborales, humanos…Y sin dejar de ser yo misma, eso nunca.

También te digo que desde tu frágil y tímida adolescencia tu personalidad ha evolucionado de forma imprevisible. La de ahora es fuerte como un roble, por momentos inentendible para algunas personas, ¿por qué? Porque en ocasiones alguien que tiene las ideas claras y es consciente de lo que quiere y de lo que no, resulta difícil de encajar. Ah, ¡y no olvides que encima eres mujer!

Hay algo que no cambiará en ti, pues era algo que ya sufrías en tu juventud. El malestar y dolor que te causan las decepciones que recibes por parte de las personas a las que quieres. Aunque has de saber que estás dando grandes pasos con respecto a este punto. Quizá aún a estas alturas no te hayas dado cuenta, porque llevas mucho tiempo teniendo pasión por las personas, y no dejas una y otra vez de creer en ellas.

Has de saber que de las desilusiones y decepciones viene el aprendizaje, y tú que desde siempre has sido un “culo inquieto”, según me recuerda habitualmente mi querida madre, no te ha importado arriesgarte, pues has sido siempre consciente que ese era el modo de superarte y crecer.

Hay algo que no has perdido y jamás perderás, y es la ilusión por soñar. ¿Recuerdas cuando siendo una jovencita te sentabas en ese banco metálico junto al río Boeza y no hacías más que soñar? Vale, es cierto que ni tienes hijos ni vives en una casa acristalada, pero algo sí es verdad, ¡y es que tienes un esposo que te ama con locura! Claro, ¿cómo te van a decir a ti que los sueños no se pueden alcanzar? Te digo que jamás nadie te quitará tal cosa de la cabeza. Pero lo más gracioso es que lo sigues haciendo, y es algo que no dejarás de hacer, lo de buscar un banco cercano a un río y dejarte llevar por tus pensamientos. En muchas ocasiones, en esos momentos tuyos, encuentras respuestas a muchas preguntas…

Siempre dijiste que te querías parecer de mayor a tu madre, porque siempre ha sido un pilar fundamental en tu vida. Por su capacidad de sacrificio, su entrega, el cariño que siempre ha regalado… No te voy a engañar, mi querida Carmen, pero te has puesto el listón muy alto, aunque con lo cabezona que eres tú con todo lo que te propones…

Jamás olvidarás los golpes a los que te has tenido que enfrentar, y no lo harás porque te han servido para saber que ese camino no es el que debes tomar. Y es que cuando eras una adolescente, te dolían algunas palabras con las que otros te definían, como “empollona”, pero con los años te has dado cuenta de que seguir tu propio camino supone pagar el peaje de que muchos te critiquen o te envidien, pues mucha gente quiere que los demás sean tan mediocres como ellos, sin mayor aspiración en la vida que ser uno más del rebaño.

Tu cabello rizado lo sigues manteniendo, y eres una mujer coqueta y femenina, te cuidas y estás a gusto contigo misma, con tu estilo personal ajeno a modas. Tú eres tú, y te arreglas para ti.

Te podría seguir recordando cosas, momentos, instantáneas. Pero no deseo que cada vez que necesites o te apetezca leer esta carta que un buen día como hoy te escribiste, pienses que todo estaba escrito y que no había nada por descubrir.

Tú sabes que cumplir años es un regalo, que cada día trae consigo miles de oportunidades, que la vida está para sacarle todo el jugo que se pueda y que estar rodeada de las personas que tanto quieres es una bendición. También tienes muy claro que eres una gran afortunada, y das gracias cada día a Dios por disfrutar con tanta pasión con tu trabajo. Algo que también siendo niña no dejabas de soñar”.

 

Queridos ruteros, seguid recorriendo vuestro camino, para que cuando en el futuro echéis la vista atrás, no se pueda decir que no habéis hecho DE VUESTRA VIDA UN SUEÑO Y DE VUESTRO SUEÑO, UNA REALIDAD.